Recurso de Trasfondo exclusivo. La interpretación y efectos de este suceso quedan a tu elección.
Hoy, al descansar, tienes un sueño extraño. El sueño comienza como una brisa extraña que sopla desde un lugar desconocido. De un momento a otro, estás de pie en una ciudad extraña: Carcosa. Su nombre viene sin esfuerzo a tu mente, y miras a tu alrededor. Las calles se extienden bajo un cielo amarillo que parece más vivo que el suelo bajo tus pies. Los edificios tienen formas torcidas y ondulantes, como si fueran reflejos en un espejo defectuoso. Sabes que estás soñando, pero no puedes evitar estremecerte.
Las calles están llenas de personas, pero no son personas. Sus cuerpos parecen hechos de madera pulida y cristal brillante, resplandeciendo bajo la luz enfermiza. Hablan y gesticulan, pero sus movimientos son rígidos, como si fueran marionetas. Cuando intentas hablarles, te responden con sonrisas talladas y palabras correctas, pero algo en su tono te dice que te están mintiendo.De pronto, una figura más alta que las demás, hecha de cristal opaco que refleja tu rostro distorsionado, se acerca a ti. Su voz resuena como el crujir de ramas secas:
—¿Qué prefieres? ¿La verdad que destruye, la mentira que consuela o el silencio eterno?
—Prefiero la verdad que destruye —respondes con voz firme, aunque el suelo parece temblar bajo tus pies. La figura asiente lentamente y, con un movimiento de su mano cristalina, te muestra una escena. Es una caricatura grotesca de ti mismo, un ser de madera astillada y cristal roto, arrancando implacablemente secretos dolorosos de otras figuras hasta que quedan reducidas a pilas de fragmentos. Te estremeces al escuchar las súplicas de esas figuras deformes, pero tu versión deforme las ignora con una risa cruel. —¿Es esto lo que buscas? —pregunta la figura. Antes de que puedas responder, otra figura de madera, pequeña y de movimientos torpes, se acerca con un destello de simpatía en sus ojos vidriosos. —Te ayudaré a comprenderlo todo —dice, extendiendo una mano. Pero cuando aceptas su ayuda, esta se transforma en un garrote cristalino que se estrella contra tu cabeza. Despiertas jadeando, con un dolor agudo en la sien y el eco de risas crueles resonando en tus oídos.
—Prefiero la mentira que consuela —dices, sintiendo un leve temblor en tu voz. La figura inclina su rostro inerte y, con un gesto, proyecta tu reflejo. Eres un ser de cristal perfecto y madera barnizada, pero tus ojos están vacíos. En la escena, te ves susurrando palabras dulces a otras figuras, envolviéndolas en un capullo de engaños que las hace olvidar sus penas. Pero a medida que los consuelas, se vuelven más frágiles, más quebradizos, hasta que se desmoronan en un montón de astillas y polvo brillante. —¿Esto es lo que deseas ser? —te pregunta la figura. Antes de que respondas, una figura de madera resquebrajada se acerca con una sonrisa que parece sincera. —Te acompañaré para encontrar paz —promete. Pero cuando bajas la guardia, te atraviesa el pecho con una estaca de cristal. Despiertas con un grito sofocado, el pecho ardiendo y la sensación de que la mentira sigue adherida a tu alma como una capa pegajosa.
—Elijo el silencio eterno —respondes, sintiendo que la decisión pesa como una losa en tu lengua. La figura permanece quieta por un instante antes de mostrarte otra visión. Tu forma reflejada es una amalgama de madera carcomida y cristal opaco. Te ves sentado en una habitación vacía, rodeado por figuras sin rostro que intentan hablarte. Pero no respondes, no escuchas. Poco a poco, las figuras se desvanecen, y te quedas solo, convertido en un objeto inerte, atrapado en un silencio que lo consume todo. —¿Es esto lo que abrazas? —pregunta la figura. Antes de que puedas articular una respuesta, una figura pequeña y frágil se acerca. —Te guiaré hacia la paz del silencio —susurra. Pero de repente, sus brazos se convierten en cuchillas cristalinas que se hunden en tu cuerpo. Despiertas sobresaltado, con las manos apretadas en puños y el eco de un grito silencioso resonando en tu mente.