En los aposentos de El Lince, encuentras una pequeña nota doblada y escondida entre su ropa, como si quisiera mantenerla cerca pero fuera de la vista de los demás. Al desdoblarla, tus ojos recorren una caligrafía desordenada y apasionada, una mezcla entre letra impaciente y pulso emocional. Es una carta breve, cargada de una cursilería abrumadora que contrasta con la imagen que tenías de este bandolero.
«Mi querida Alba, estrella inalcanzable en la negrura de mis noches…»
…Así comienza, y continúa con metáforas y declaraciones de un amor desesperado, el tipo de amor que promete ser eterno aunque esté destinado a ser efímero. Al leer, sientes la intensidad de alguien que ha amado con todo su ser, pero que ha decidido renunciar.
La última línea cambia de tono:
«No puedo permitir que una dama de tu linaje sea arrastrada al abismo de mi vida de bandido. Debemos dejar de vernos.»
La firma con un nombre que deja claro que él se ve como más que un simple ladrón, sino alguien que realmente piensa en el futuro de ella.
Guardas la carta, sabiendo que en algún momento su contenido podría ser útil.
Decides salir dejando la carta como estaba.