Al deslizarte en los aposentos de El Lince, te encuentras de golpe con un joven del servicio, inclinado sobre uno de los cajones. El mozo se sobresalta al verte, tartamudeando al intentar justificar su presencia allí antes de que le preguntes.
Después de un momento de titubeo, murmura que su primo en la Guardia Civil le ha contado algo confidencial: Alba Azacayas, la única hija del acaudalado patriarca de la familia Azacayas, ha desaparecido. Los Azacayas, conocidos por su enorme influencia y sus lucrativos tratos de seda en toda Granada, están en un estado de angustia y han comenzado a mover influencias para hallar a la joven.
El mozo baja la voz y mira en derredor, como temiendo ser escuchado. «Dicen que fue secuestrada… Y, ya sabe, los bandidos…», insinúa, clavando los ojos en el suelo como si deseara desviar toda sospecha de sí mismo. «El Lince… es uno de ellos. No sería raro que supiera algo.» Su inquietud crece, y tras unos instantes decide que ha fisgoneado suficiente. Sales con él del cuarto, y aunque no te proporciona más detalles, la idea de un posible vínculo entre El Lince y la misteriosa desaparición de Alba Azacayas queda rondando en tu mente.
El mozo baja la voz y mira en derredor, como temiendo ser escuchado. «Dicen que fue secuestrada… Y, ya sabe, los bandidos…», insinúa, clavando los ojos en el suelo como si deseara desviar toda sospecha de sí mismo. «El Lince… es uno de ellos. No sería raro que supiera algo.» Su inquietud crece, y tras unos instantes decide que ha fisgoneado suficiente. Sales con él del cuarto, y aunque no te proporciona más detalles, la idea de un posible vínculo entre El Lince y la misteriosa desaparición de Alba Azacayas queda rondando en tu mente.