Entras al despacho con paso sigiloso, asegurándote de que nadie te haya visto. La luz que se filtra a través de las cortinas polvorientas ilumina tenuemente la estancia, y un olor a cuero viejo y tinta seca impregna el aire. Tu mirada recorre las estanterías repletas de libros enmohecidos y documentos apilados, pero algo destaca entre todo el desorden: un libro de tapas de cuero gastado, colocado de manera evidente sobre el escritorio.
Te acercas y lo inspeccionas. El lomo parece haber sido doblado y la cubierta muestra marcas de haber sido manipulada recientemente. Al abrir el libro, tus dedos rozan las páginas amarillentas que crujen bajo el contacto. El título es apenas legible, pero tras unos segundos lo descifras: *“Crónicas del Hada Agrila”*.
La historia que se despliega ante ti habla de un ser mágico que habitaba un manantial conocido como la *Fuente de las Lágrimas*, de donde fluía un agua mágica que podía nublar el corazón de los hombres. Según el relato, el agua tenía propiedades asombrosas, capaz de despertar intensas emociones o destruirlas por completo.
Mientras pasas las páginas, notas algo extraño. A los márgenes del texto, alguien ha garabateado palabras y frases furiosamente, pero la mayoría de las anotaciones son ilegibles. Solo se pueden distinguir algunas palabras sueltas como “mentira”, “destrucción” y “castigo”.
Tienes dos opciones:
Te acercas aún más, tratando de descifrar los garabatos. Algunas letras parecen más claras cuanto más te concentras. Con paciencia, logras discernir un patrón: “la fuente… su poder no ha muerto… el agua amarga la controla”. Esto parece indicar que alguien ha estado investigando la conexión del agua con algún tipo de control sobre las emociones.
Te separas del libro y comienzas a revisar los cajones del escritorio. Al abrir uno de ellos, encuentras un papel arrugado con una nota apresurada: “La fuente… Ella sigue aquí”. Junto a la nota, un pequeño frasco con algo que parece agua en su interior, que parece reforzar la teoría de que el manantial del Hada Agrila sigue activo. Dejas las cosas en su sitio y te marchas.