Te deslizas silenciosamente en los aposentos del Padre Federico. La habitación está sorprendentemente ordenada, cada cosa en su lugar, como si el clérigo mantuviera un riguroso control sobre su espacio personal. La luz tenue que se cuela por las cortinas ilumina apenas el mobiliario, y el olor a incienso apenas perceptible llena el aire. Tus ojos recorren la estancia con rapidez, buscando algo fuera de lugar, algo que no debería estar ahí.
Casi al borde de rendirte, tu mirada se fija en una carpeta de documentos mal doblados que sobresale ligeramente de una pequeña mesa de noche. La textura del papel es áspera, y al abrirla notas que está llena de páginas arrugadas y dobladas apresuradamente. Una rápida lectura te revela su contenido: una serie de escritos sobre leyendas del folklore local. Lo que te llama la atención es una sección específica que menciona algo conocido como *el agua mágica del Hada Agrila*. Según los documentos, esa agua tenía dos sabores: el dulce que provocaba una euforia y pasión incontrolables, y el amargo que extingue el amor y envenena el corazón.
Tienes dos opciones:
Decides detenerte y examinar con más detalle los escritos. A medida que lees, las palabras se vuelven más intrigantes: “…el agua amarga no solo extingue el amor, sino que puede destruir cualquier vínculo emocional. Aquellos que la beben pierden toda empatía, toda compasión, convirtiéndose en sombras de lo que una vez fueron.” Te das cuenta de que esto podría explicar el extraño comportamiento de algunas personas en la venta.
Te apartas de la carpeta y comienzas a revisar el resto de las pertenencias del Padre Federico. Dentro de un libro de rezos, encuentras una carta escondida. Al leerla, descubres que está dirigida a él desde una iglesia en Granada. Habla de “un agua sagrada que contrarresta cualquier veneno emocional”. Esto confirma que el Padre Federico ha estado investigando alguna clase de remedio o protección contra el poder del agua mágica.