Una joven del personal, visiblemente nerviosa, deambula por la sala común con una bandeja entre las manos. Sus ojos se mueven inquietos, y al acercarte para interrogarla, baja la mirada, como si temiera decir demasiado. Con algo de insistencia, logras que hable. Al final, cede y te cuenta en voz baja lo que ha escuchado.
«La culpa es del Hada Agrila, lo sé», murmura, apretando la bandeja con manos temblorosas. «Dicen que vive en un manantial cercano, la *Fuente de las Lágrimas*, y su agua está maldita. Es una leyenda vieja, pero… los cuentos de las abuelas dicen que si se quiere detener su magia oscura, hay que verter sangre bendita en el manantial. Eso haría que sus poderes se disiparan y los maleficios desaparecieran.» Se calla de golpe, como si hubiese dicho demasiado, y te lanza una mirada asustada antes de retirarse.
«¿El manantial? ¡Sí, el manantial!» Su voz es apenas un susurro. «Dicen que el agua está maldita. Si alguien vertiera un poco de sangre bendita en el corazón del manantial, la magia del Hada Agrila se rompería. Y todo el mal… desaparecería.» Se muerde los labios, claramente asustada, y cuando siente que ha hablado demasiado, se retira apresuradamente.